sábado, 16 de junio de 2012

Se me olvidó el olvido


La tarde se enrojece mientras los segundos escapan entre pestañeos, el tiempo, tan valioso, tan fugaz,
como un haz de luz que dibuja su destino,
alejando los azulados miedos a un lugar desterrado,
en la colina del olvido,
donde es preciado incluso el ruido,
del quebrar lejano de un corazón malherido,
son palabras al fin y al cabo,
pero cada recuerdo queda anclado, en la profundidad interminable de nuestras almas, algunas ya tan negras...
violadas por la maldad, la codicia,el poder, y toda esa podredumbre que plaga irremediablemente la tierra como una fiebre,
una fiebre que consume la humanidad de las almas y las reduce a cenizas,
cuando el sol sale y nada brilla ni ilusiona en tu interior, es lo que marca la diferencia, la gente, de las personas. Tengo el placer de conocer parte de algunas bellisimas personas, que llevaré escritas en el rincón más protegido y amado, como si fuera la secreta camara de una pirámide, intocable, persistencia de la memoria...

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